SEMANA III

Todo el mundo lo sabe y todo el mundo habla de ello. Este sábado hay fiesta en la playa. Al llegar al apartamento tras un día lleno de clases, me encuentro a mis tres roomies sentadas en la mesa de la cocina hablando animadamente sobre este evento. Al parecer, es tradición asistir a fiestas en la playa durante los primeros fines de semana. Pues yo no voy a ser menos. Además, así conozco un poco más el pueblo, que de momento casi no me he movido del campus. Me planteo ir con mis amigos internacionales, pero finalmente mis roomies me sorprenden invitándome a ir con ellas y algunos de sus amigos. Es la primera vez que vamos a hacer algo juntas y, de hecho, la primera vez que vamos a mantener una conversación algo más profunda de las habituales. Ojalá esto sirva para conocernos más y para que poco a poco vayamos cogiendo más confianza las unas con las otras. Bueno, más bien para que yo coja confianza con ellas y ellas conmigo, porque mis tres compañeras se conocen desde que eran freshmen, por lo que llevan siendo amigas mucho tiempo. Yo soy la nueva aquí. 

La semana pasa rápido. Hago el primer quiz en clase de Matemáticas, asisto a un evento satírico sobre política de los Estados Unidos en el Quick Center of Arts, empiezo a cogerle el gusto a estudiar en la biblioteca rodeada de personas y con un caramel frappuccino del Starbucks, y conozco a nuevos amigos. El tiempo empieza a ir más rápido, y, sin darme cuenta, he dejado de contar cada día que pasa. 

El calendario va desgranando los días y pronto llega el ansiado sábado. Me despierto con una mezcla de ilusión, alegría, y nervios. Sí, nervios. Al fin y al cabo, nunca antes he pasado tanto tiempo a solas con mis roomies. Tal y como me recomiendan, me pongo el bikini debajo de la ropa, a pesar de que sé perfectamente, por el fresquito que ya hace, que lo único que meteré en el mar serán los pies, y si acaso. Según pasan los minutos, el apartamento 403 de Mahan se va llenando de vida. Empieza a venir gente, amigos de mis roomies, que amenizan sus charlas con música de fondo y bailes. Erin decide que ya es la hora. Llamamos a un Uber y ponemos rumbo a la playa, donde me encuentro con las imponentes casas de pescadores y de las fraternidades de la Universidad. Es todo tan Americano... como estar viviendo en una película. 

Los primeros acordes de la canción "Closer" emergen de una de las casas con tanta potencia que inundan gran parte de la playa de Fairfield. Empiezan los bailes, los cantos, las risas, las charlas y, cómo no, las fotos para inmortalizar todos esos buenos momentos. ¡La cosa está animadísima y son las 12 de la mañana! Wow. No sé cómo es posible, pero la siguiente vez que miro el reloj son las 3 y es la hora de irnos. Les agradezco a mis roomies la magnífica compañía una vez que llegamos al campus y por primera vez, siento que acabaremos encajando y siendo amigas. 

Sin apenas tiempo para quitarme el bikini o las chanclas, me llaman mis amigos proponiéndome bajar al pueblo. Allá que vamos, de tiendas, y luego a cenar a un restaurante chino en el que hacen un pollo teriyaki sublime. O tal vez no sea tan exquisito y es que cualquier cosa fuera del Dining room ya me sabe a gloria.

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